¿Cómo explicar la educación especial?
Lengua y cultura. Cuestiones en las que están inmersas tanto la educación como sus constituyentes fundamentales: el profesorado, los alumnos y todos quienes hacen vida en la institución.
Construir puentes de comunicación y cooperación entre los alumnos no excepcionales y los que sí lo son, es una tarea que aún es sumamente exigente, en primer lugar, a nivel humano, y también según la excepcionalidad y la metodología pedagógica involucrada.
A pesar de ello, te ayudaremos a comprender cómo explicar la educación especial, tanto a alumnos excepcionales como aquellos que no lo son. Comencemos.
¿“Especial” significa exclusión?: El problema del lenguaje y lo subjetivo
“Sentimos que aun cuando todas las posibles cuestiones científicas hayan recibido respuesta, nuestros problemas vitales todavía no se han rozado en lo más mínimo. Por supuesto que entonces ya no queda pregunta alguna; y esto es precisamente la respuesta.» Ludwig Wittgenstein.
Esta frase de Wittgenstein bien podría ubicarnos en una cartografía, donde para hacer nuestro entorno más habitable para nosotros y para quienes requieren de un currículum específico, se necesita desligar “especial” como sinónimo de “exclusión” o segregación.
El lenguaje y la subjetividad son características inherentes a cada cultura, y ello tiene relación con el poder. Foucault nos mostró que la exclusión es siempre favorable a una u otra ideología para consolidar su soberanía.
Y aunque los avances en que la educación especial sea consecución de una profunda humanidad en una era altamente tecnificada, aún las ACI (Adaptaciones Curriculares Individuales) son escasas si se compara el gasto en educación de naciones de la Unión Europea, por ejemplo, y esto es preocupante en los niños súper-dotados o AACC.
De manera que, si luego de la gran marginación perpetrada contra los individuos que tienen cierta “discapacidad” sigue persistiendo la ideología del progreso de los grandes capitales, luego de la crisis provocada por el COVID-19, los programas gubernamentales para brindar asistencia educativa a niños excepcionales (que van desde adaptaciones curriculares hasta formación de padres, entre otros) pueden enfrentar una drástica reducción de presupuesto, cuando no una cancelación.
¿Cómo puedes actuar en un panorama tan difícil? Bien podría funcionar la frase “vivir un día a la vez” lo cual podríamos cambiar a “comprender y explicar un día a la vez” desde una profunda humanidad la educación especial, tanto para aquellos niños que la necesitan, como para los que tendrán la transformadora experiencia de compartir un aula junto a ellos.
Descubriendo las capacidades ocultas
Es necesario expandir el concepto de “asistencia”, y asociarlo con el de “descubrimiento”. En efecto, cada vez que se incorpora al aula un niño con Asperger, con síndrome de Down, con TDAH, con AACC, entre otras condiciones, estamos ante una experiencia inédita de aprendizaje, que no se puede desprender de la unicidad del niño, más allá de los intentos de homogeneización del alumnado que por seguir sin cuestionar las directrices de un programa educativo, se olvidan de la ética y la empatía.
De modo que, desde lo personal y profesional, tienes una gran oportunidad de crecimiento no solo para ti, sino para los profesores y compañeros que pueden aprender de los talentos inherentes a cada niño.
Queremos resaltar que, por ejemplo, se pueden desarrollar experiencias de aprendizaje kinestésicos en lecciones de fonética y gramática, aprendiendo cómo se pronuncian y escriben las palabras mediante juegos con materiales novedosos, que formen conexiones neuronales y experiencias duraderas para los niños en el aula.
¿Es válido “discapacitar” a los súper-dotados para su educación inclusiva?
Este es un punto de álgido debate entre comunidades de padres y especialistas. Quienes están en contra, argumentan que la cognición sobresaliente de los niños AACC per sé los coloca en una categoría aparte de los niños excepcionales.
Quienes están a favor, argumentan que las políticas educativas y las legislaciones no dan la suficiente protección educativa, financiera y jurídica a estos niños, ocasionando su deserción escolar.
Creemos que es precisa la creación de una cultura creciente de adaptación curricular individual y sinérgica con los grupos de estudiantes regulares, lo que nos lleva al siguiente punto.
Las escuelas son capaces de crear la cultura
Esto no debe tomarse como un reto demasiado difícil de asumir por los padres, profesorado, especialistas, y los gobiernos en primera instancia. Las escuelas, en suma, cuando integren a un más a los estudiantes excepcionales a su dinámica, irán humanizando más la cultura.
Una tarea sin duda compleja, pero los progresos educativos donde se forman seres humanos que son excepcionales, dan cuenta de ello, y se realizan investigaciones y nuevos descubrimientos, aún en época de pandemia.
Puede que el avance nos parezca muy lento a veces, pero hay que persistir para que podamos finalmente dar cuenta y explicar la dimensión formativa de la experiencia humana, que en sí misma es una experiencia colmada de unicidad y vinculante, excepcional por sí misma, pues las “condiciones” no serán sinónimo de “exclusión”, ni para los “especiales” ni para los “normales”.