A lo largo de los temas del blog, has podido apreciar que cada niño posee en sí mismo la unicidad de la experiencia humana, y ello incluye el proceso de aprendizaje. Muchos son los mitos y prejuicios que intentamos ayudar a derribar en relación a la educación especial.

Entendemos que los niños que tienen síndrome de Down, Asperger, TEI, TDAH, entre otros, tienen muchas más oportunidades de inclusión en el sistema educativo que hace 30 o 50 años atrás.

No obstante, la segregación y disminución de la importancia de la educación especial están latentes, y los ciudadanos como tú y tantos otros con interés genuino en el futuro de la educación inclusiva harán la diferencia hacia una mayor humanización del sistema educativo. Veamos cómo podemos mejorar el panorama.

¿Predomina la consecución de objetivos o no dejar a nadie atrás?

Esta pregunta tiene bastantes vertientes y puntos de vista, según a quien le preguntemos, y según el área que nos responda y los especialistas.

Actualmente, nos encontramos en una encrucijada respecto al grave problema de salud pública que representa el COVID-19. Varias economías han tenido que retroceder organizadamente, o bien replantearse sus prioridades.

Ante los meses prolongados de aislamiento, de quedarse en casa y de educación a distancia, bien cabría preguntarse si las clases vía online pueden sustituir el potencial vinculante de la experiencia in situ, y si en vez de una integración vía remota, no estamos asistiendo a una disgregación progresiva de los núcleos de aprendizaje en el aula.

En ciertas etapas de aprendizaje, especialmente si nos referimos a niños con síndrome de Down, con autismo, con TDAH,  y dislexia, la experiencia in situ con el docente es muy difícil de sustituir, especialmente en ejercicios kinestésicos en terapias de lenguaje y motricidad fina.

Si hay barreras de la experiencia directa del aula que no podemos saltarnos para “ganar” tiempo, queda claro que el no dejar a nadie atrás en el aprendizaje debe ir primero que los objetivos conseguidos y no al revés, pues, hay que aceptarlo, el tiempo de aislamiento y adaptación no es “recuperable”.

Más bien, la difícil experiencia de aislamiento nos ha dejado lecciones valiosas donde es mejor vincular nuestros límites para expandirlos.

Mayor reconocimiento a los niños VSL

Una característica en común que poseen tanto los niños TDAH como los niños con síndrome de Asperger, es que son niños VSL (Viso-espaciales) en su aprendizaje.

Y más que establecer ese punto en común, es que existe cada vez un mayor reconocimiento y viraje hacia una pedagogía más inclusiva, entendiendo que el aprendizaje VSL, secuencial-ortográfico y kinestésico son complementarios, y ninguno debe estar en detrimento del otro.

También en las escuelas primarias y secundarias, los niños TDAH y Asperger son organizados en grupos junto a los niños con aprendizaje secuencial-ortográficos y se establecen intercambios de conocimiento para lograr calidad en los objetivos cumplidos a lo largo del año escolar, y no simple acumulación de conocimientos.

Sin embargo, la tasa de bajo rendimiento escolar y deserción de niños VSL sigue siendo elevada en sociedades a nivel mundial. El mayor reconocimiento de tales niños debe darse en una inversión mayor para acondicionar los espacios del aula y para una mejor formación de los docentes y especialistas para aprovechar las capacidades de los infantes e integrarnos mejor a su entorno.

El papel de los padres con niños que requieren educación especial

Una asignatura pendiente para la optimización de la educación especial, es una mayor conciencia de que los padres necesitan mejores conocimientos para ayudar a educar a sus niños en situaciones de contingencia.

Los padres de niños que requieren educación especial han tenido que lidiar con situaciones difíciles en cuanto a la educación a distancia, y esto es especialmente preocupante en países donde los sistemas educativos y sanitarias pasan por crisis inéditas en su historia.

Además de que es obvio señalar que los gobiernos deben cumplir con su responsabilidad con esos niños que requieren educación especial, es preciso garantizarles a los padres una educación que les dé las herramientas para que sean facilitadores de conocimiento.

La formación de los maestros y las políticas de salud pública

Antes de la contingencia del COVID-19, en 2018, llama la atención la petición de una organización de padres con niños superdotados ante un organismo de derechos humanos de los Países Bajos, tal organización de padres pedía la consideración de sus niños AACC como si fueran discapacitados, debido al rechazo y expulsión de varios chicos de varias instituciones educativas, por no encajar con los programas académicos.

Este retroceso en el avance educativo, junto a los recortes presupuestarios en áreas de educación especial, debe ser un llamado de alerta para ti, para padres, docentes y especialistas preocupados por su mejoramiento y evolución, ya que formar auténticos seres humanos, conscientes de su unicidad e inmenso valor, es tarea de todos.